Entre las Flamas

(libre)

Me encontraba entrenando en el infierno, disfrutaba el lugar tanto como lo había hecho en mi juventud, y ahora entrenaba mis movimientos con fuego negro, el cual es el que me caracteriza, lo dominaba bien, pero siempre había dicho que nada deja de poderse perfeccionar, por lo que en esos momentos practicaba en el aire con una espada larga cubierta de una especie de sombra entre negra y morada, mejor conocida como la espada del fuego negro que en esos momentos se movia gracilmente al compas de mis movimientos haciendo quedar corto al lago de los cisnes, la espada era capaz de cortar cualquier cosa si era utilizada como era debido, en esos momentos practicaba para poder cortar una flama en 2 haciendo que se hicieran 2 en lugar de 1, cosa que hasta ese momento solo habia podido hacer una vez sin tener que utilizar mi magia natural de demonio, frustrado seguía y seguía intentando inmiscuido en mis pensamientos mientras lo hacia, concentrado.

La tarde en el mundo real estaba calida y extremadamente aburrida cosa que se había vuelto costumbre en todas partes.

Mi vida tomaba un nuevo rumbo, trataba de separar un poco mis sentimientos y la verdad ya no tenia deseos de pensar a si que estime conveniente distraer mi mente en el submundo.

Hacia un tiempo que no bajaba hasta ese calido lugar, afortunadamente al ser una diosa tenia la entrada libre.

Aquella tarde vestía con un traje negro elaborado del más fino satín, el vestido tenía la espalda descubierta como la gran mayoría de mis trajes y mis zapatillas de tacón eran color azabache con un brillo oscuro que denotaba que algo en mi no era lo que se llama normal, mi ondulado cabello resbalaba sobre mis hombros y mi espalda.

Al cruzar el umbral pude ver un muchacho, aparentemente un demonio. Las llamas bailaban a su voluntad, un espectáculo indudablemente hermoso.

Camine silenciosamente hasta llegar a sus espaldas pero me mantuve en silencio para no desconcentrarlo.

empezaba a lograrlo, el fuego comenzaba a partirse a mi voluntad y mi espada brillaba oscura mas que nunca, ya no solo podía partirlo a la mitad, sino en tres o en cuatro pedazos, en los que quisiera; al llegar a semejante grado de concentración mis ojos se tornaron de un rojo brilloso y mi poder no tenía límite, paré de repente, mis ojos volvieron a la normalidad y mi espada tomó su habitual color grisáceo que usaba cuando no era utilizada, algo había visto al momento de dar el último giro, que habra sido? acaso era una diosa? tenía la ligera impresión de que mis sentidos no me habían engañado dado que era muy improbable que me equivocara ante semejante aseveración.

Giré sobre mi eje y ahi estaba, una hermosa y delicada chica viendome desde unos pasos mas allá, cualquier persona mortal diría que semejante belleza no encajaría en el ámbito en el que en esos momentos se encontraba, pero yo podía encontrarle ese sentido debido a que sabía que era una diosa, y no cualquier diosa, era diosa de la oscuridad, a mi parecer ella encajaba mejor ahi que yo donde estaba, tomé mi playera que me había quitado para entrenar y me la puse inmediatamente acercándome a ella.

-puedo preguntarle, bella señorita, a que debo el honor de contar con su presencia en este lugar tan cálido?-pregunte cortés mientras hacia una pequeña reverencia, terminando esto me quedé viendo sus ojos esperando una respuesta con una sonrisa dibujada en mi rostro.

Acomode mi cabello y seguí guardando el mas cauteloso de los silencios, se veía que el muchacho había practicado bastante y su concentración era ejemplar… Que yo hubiese presenciado, eran poquísimas los demonios que lograban manipular el fuego de esa manera y aun más escasos eran quienes lograban domar al fuego negro. Las llamas danzantes hacían contra luz al cuerpo del muchacho por lo que solo lograba ver su silueta.

Luego de un momento cruce mis brazos llevando mis manos a mi cintura, en ese instante el joven se giro, la contraluz aun no me dejaba ver su rostro con claridad por lo cual aguarde en donde estaba parada, no quería llevarme un “susto”.

Las hermosas flamas, para ese entonces, ya se habían calmado dejando la “habitación” con una iluminación ideal, sin más ni menos que la necesaria. Allí fue cuando pude observar sin impedimentos al habilidoso joven. Era un muchacho bastante atractivo, poseedor de aquel “no se que”, que tenían casi todos los seres de submundo.

Seguí observándolo fijamente, y dado el tiempo de transcurso el ya estaba frente a mi. Su voz era varonil y de esas que fascinan a las mujeres, a mí parecer una hermosa voz. Una pequeña sonrisa se dibujo en mis labios al ver su pequeña reverencia, y en signo de agradecimiento por tal acto incline mi cabeza solo un poco devolviendo el saludo.

-Muy pgopio en tus palabgas-

Respondí a media voz mientras clavaba mis iris en los suyos, luego de un momento continúe.

-Me tgae la búsqueda de “aventuras”, salig de la gutina y esas cosas… Encontgag un lindo demonio, haceg maldades… Bueno tu sabes de ello.-

al acercarme a la chica de vestido negro, que en esos momentos tenía enfrente, pude comprobar que el aroma dulce que había percibido mientras caminaba provenía de ella, era un aroma inexplicable, de esos que uno gusta y que jamas olvida, que incluso cuando huele alguna otra cosa exquicita no te llena como en esos momentos mi sentido del olfato se regocijaba, quería acercarme mas a ella pero mi prudencia y buen pensar me impidieron hacerlo dejando al aire un ligero suspiro apenas perceptible.

escuche su comentario y una sonrisa se dibujo en mi rostro al escuchar su refinada voz con acento francés, si bien había ido a Francia y había visto cosas en verdad grandiosas, en ese momento pensé que estaba presenciando lo mejor de Francia en cualquier aspecto, su belleza física parecía externar lo que esperaba fuera también su belleza interior, pero para saberlo debía saber un poco mas de ella, me aclaré levemente la garganta.

-suelo ser propio cuando hay que serlo-admití mientras la veía con actitud aparentemente serena aunque en el fondo estaba explotando.

despues de escuchar la razón por la que había venido no pude evitar reir levemente-me parece que para la parte de encontrar un lindo demonio yo soy la solución-dije tomando su mano y besandola suavemente mientras mantenía un brazo en la espalda cortesmente, el contacto de mis labios con su tersa piel provocó un estallido dentro de mí, sentía que no besaba la mano de alguien, sino que besaba un pétalo de la mas tierna flor que se pudiera encontrar, al acercarme a su mano sentí su aroma mas de cerca, cosa que por supuesto, no olvidaría jamas.-Soy Shadow-dije dejando de besar su mano mientras la miraba a los ojos sin soltarla.-podría deleitarme, si no es mucha curiosidad, con su nombre por favor?-pregunte inclinando ligeramente la cabeza hacia adelante pero sin dejar de hacer contacto visual.

me incorporé ligeramente-y respecto a lo de maldades, puede contar conmigo para lo que guste-dije sonriendole de lado.

El muchacho paresia muy seguro de si mismo, y para ser sincera aquello era una de las cosas que me gustaban de un hombre, las otras habría que descubrirlas con el tiempo. Lo mire fijamente, sus palabras me causaron gracia y en cierto modo me tomaron por sorpresa, me pusieron a pensar realmente.

La sonrisa que se había formado en mis labios se agudizo, voltee un poco mi rostro sin dejar de mirar sus hermosos iris color verde profundo.

-Si podguia seg, egues un demonio muy atractivo-

Respondí a media voz mientras el dejaba un cálido beso en el dorso de mi mano. Estaba conciente que naturalmente mi cuerpo emanaba un sutil aroma parecido al de los caramelos de tutti fruti que solían comer los pequeños mortales y al estar cerca de otro ser mágico aquel aroma se hacia más penetrante aunque claro, jamás perdía su inherente dulzura.

-Yo soy Agathe LeBlanc, una de las Diosas oscugas y vampiguesa legendaguia, mucho gusto.-

Dije para luego acercar mis labios a su mejilla y dejar un dulce beso muy cerca de sus carmesíes labios, posteriormente lleve mis labios hasta su oído y susurre.

-Que estaguias dispuesto a haceg paga divegtignos?-