Pool.

Meses han pasado desde la victoria del dios oscuro.

Aparentemente nada ha cambiado, pero todo ser divino siente dentro de sí que ahora todo es diferente. La maldad se siente por doquier, lo domina todo.

¿Ha repercutido esto en el mundo mágico?

Aparentemente no, pero ese dejo de vileza es palpable en verdad.

Sin embargo sobrevivimos, por alguna razón el dios oscuro se calmó, dejó de mostrarse, y pude continuar protegiendo a mi familia.

Mi amada Chloe continúa con el ejercicio de gobierno y mi querida hija sigue su educación.

Como siempre he dicho… permaneceré con ellas hasta el fin de los tiempos.

Hubiese querido algo diferente para el mundo de los humanos… pero el maligno probó ser demasiado.

En fin, el tiempo pasa inexorablemente y no podemos sino continuar con nuestras existencias.

Aquella era una hermosa mañana, gracias al ALTÍSIMO; eran las nueve horas de la mañana y me encontraba en una de las lagunas artificiales del palacio.

Estaba sentado en una cómoda banca, ciñendo la reflexión, contemplando el suave y ondulante movimiento de las aguas…

Me encontraba en verdad contrariada, teniendo que estar a la defensiva, los tiempos eran oscuros, mas la mayoría de los seres vivientes aún no lo sabían ni siquiera lo imaginaban, pues el imperio parecía como de costumbre, tranquilo, y mas para los muggles que no creían en lo que está mas allá de sus narices.

La tranquilidad aparente me podría llegar a asustar, pero tal vez, y solo tal vez León se había cansado y se dio cuenta que para el hay cosas más importantes, pero bueno, eso en verdad lo ignoro.

Me desperté a temprana hora de la madrugada para hacerme cargo de mis tareas gubernamentales, de hecho tuve una entrevista con la Ministra de magia y el Primer Ministro Londinense, cosas no muy importantes en apariencia, ya eran de regla, y funcionaba para que tanto el mundo no mágico y el de nosotros funcionaran en armonía.

No sabía donde traía la cabeza después de tratar a tales personas, después de revisar el periódico de esa mañana, salí a la terraza que estaba a unos pasos de la piscina, me percaté de que ahí estaba Lyonel, mi amado arcángel.

Me acerqué sin pensarlo, con una amplia sonrisa que sin duda, su sola presencia causaba.

-Buenos días mi amor!- Exclamé sentándome a su lado, para terminar tan cariñoso saludo con un dulce y moderado beso en los labios.- Cómo marcha todo?- Pregunto rodeando su brazo izquierdo

El agua que caía en una pequeña “cascada” hacia el ambiente relajado y fresco, era sublime ese sonido tan leve y agradable.

La esencia de mi amada es inconfundible, desde que la vi por vez primera hace quinquenios aprendí su divino aroma. Sus pasos no se perciben a través del pasillo pero mis demás sentidos me indican su hermosa presencia.

Y allí estaba mi bella Emperatriz, sonriente, tan linda como siempre.

- Buenos días, Chloe –respondí sonriendo, para luego corresponder animadamente su cálido y divino beso. Labios tan suaves…

- Sólo pensaba, todo va bien, de la misma forma que hace meses en realidad –dije mientras contemplo sus hermosos ojos.

- Me da gusto verte. ¿Cómo estuvo tu mañana?, a la tres de la mañana me incorporé y abandoné la habitación, tan sólo deambulé por palacio –dije pensativo.

- ¿Y los asuntos de Estado?, mucho trabajo supongo –dije para luego besar fugazmente su níveo cuello.

- Ahora que lo pienso, no pasé por el comedor principal, es por ello que no he visto a Sophia desde ayer, ¿la viste temprano, amor?.

Tomé su mano con delicadeza.

-Obvio que a mi me da gusto también, estuvo muy linda, el clima es frió pero ideal para estar despierta desde temprano. Con justa razón no e vi antes de partir. –

-Los asuntos de estado van bastante bien, tanto que no tengo más pendientes este día- Sonreí ante aquel beso y estreché su brazo

-Pasé por la habitación de nuestra hija antes de marchar, supongo que a esta hora está en el salón de ballet, sabes cómo le gusta eso, después de sus clases pasa horas ahí-

Sonreí jugando con su mano, acariciándola con cariño. Recargué mi cabeza en su hombro mirando el cielo, casi despejado, solo unas cuantas nubes pasajeras se atrevían a surcar el aire.

-Como te sientes con la situación- Pregunté con mucho interés, cerrando los ojos y aspirando su divina esencia.

- En eso tienes razón, siempre he preferido las bajas temperaturas a las altas –dije sonriendo mientras admiro su lindo rostro.

- Lo imagino, desde que todo… en cierta forma se calmó, pues las cosas van tranquilas, al menos las que podemos atender, las que de verdad podemos resolver en alguna forma –declaré pensativo.

En horas de la mañana, en aquella área del palacio, el cantar de las aves era notable y muy agradable.

- Oh sí, el ballet, sin duda heredó tales inclinaciones y gustos de ti, mi Emperatriz –dije sonriente–. Eso está bien. No sólo le sienta maravillosamente a modo de disciplina corporal, sino que le otorga concentración y serenidad… al menos mientras no se lo tome como algo de competencia sino de superación personal.

- O como agradable pasatiempo. Es bueno poder hacer lo que se ama. Así lo siento yo, como cuando estoy contigo –dije, para luego besar una vez más su mejilla. Quizás soy demasiado mimoso, en fin, no lo puedo evitar.

La rodee con mi brazo, con suma gentileza y delicadeza. Su esencia, aquel dulce aroma será algo que siempre me parecerá encantador y divino. Toda ella lo es.

Mientras la ceñía sentía su suave y hermosa cabellera color azabache sobre mi mejilla. He de confesar que me fascina.

Su pregunta me hizo reflexionar sobre los últimos acontecimientos.

- Bueno amor, ¿qué te puedo decir?. León anda desaparecido; redujo a Gaia completamente, la maldad y vileza domina a los humanos, a los muggles. Ya él no está presente en el mundo mágico pero la Tierra está perdida, al menos para los humanos.

- Quizás eso pretendía desde un principio. Que la Tierra no se diferenciara del Infierno en cuanto a sus habitantes se refiere, no lo sé, pero nada se puede hacer. Procuro pensar y concentrarme en ustedes –dije en voz baja.

- En cuidarlas lo mejor que pueda a pesar de que sé, estoy seguro de que no podría detener a León. En fin, esa es la realidad que nos rodea.

- Concentra tus esfuerzos en el Imperio, no pienses más en ese villano. ¿Qué planes tienes?, ya que atendiste los pendientes desde tan temprano, algo puedes improvisar –dije sonriendo.

Adoro sus mimos, creo que es de la persona que más estoy acostumbrada, y tiene que ser así, lo amo tanto que las muestras de cariño nunca están de más.

Me acurruqué entre sus brazos escuchando lo que tenía que decir, descansaba mi cabeza en su pecho

-Las cosas van más allá, eso lo comprendo, nos cuidaremos entre los tres, no hay mas que hacer como tu dices, o por lo menos eso parece… La verdad hace tiempo que no me importa mucho lo que pase con las otras personas, que egoísta soy- Hice una mueca

-Solo me importan ustedes también-

Sonreí con lo que me dijo y lo estreché con vasto cariño.

-Lo haré, será mejor así- Cerré un momento mi ojos pensando en que podríamos hacer.-Tenemos toda el día y toda la noche para hacer lo que queramos, me parece que ya era justo ¿no lo crees?... La verdad no se que hacer hoy, solo dejemos que las cosas se den-

Tomé su rostro entre mis manos, y lo besé con tal pasión, con esa intensidad que no había demostrado en algún tiempo, no por que no quisiera, si no por que tantos menesteres a mi cargo.

El sol que aún a esa hora es tierno, nos otorga un poco de calidez. Mis labios se apoderaban de los suyos, mientras mi pulso se aceleraba al igual que mi respiración, acaricio su rostro al tiempo que me entrego en aquel profundo beso.

La necesidad de respirar se hizo muy presente en mí, me alejé, mi mengua dejó a la suya con algo de impaciencia, respiré profanamente abriendo los ojos, mi mirada se encontró con sus iris turquesa, son divinos, es una de sus características más destacables, haciendo armonía con su piel y su rubia cabellera.

-Me alegro de que todo este bien entre nosotros a pesar del poco tiempo libre que tengo- Desvié mi mirada a la piscina y sonreí. - Quieres nadar?-

Quizás somos en verdad egoístas, tal ves lo somos. En lo particular, al apreciar la caída de Gaia ante León, sólo pude pensar en Chloe, sólo en ella, lo que pasaría si él se le acercaba.

Eso llenó de zozobra mi ser, no lo podía permitir y lo he evitado hasta ahora.

“Siempre te cuidaré hasta donde me lo permita mi existencia”, pensé mientras continúo acariciándola. Su inherente temperatura me resulta tan agradable de percibir; tango como su aroma.

Pensaba igual que ella, sólo me importaba mi amada y nuestra hija. Hace mucho que dejé de ser una criatura en verdad divina al servicio del ALTÍSIMO. Han cambiado tantas cosas…

Escucho su melodiosa voz, intentaba ser animada, se siente de esa forma.

- Así lo creo, hemos combatido grandes momentos de tensión, eso en verdad satura –dije mientras la ciño con ánimo, para luego besar sus carnosos, sensuales y sonrojados labios. Beso erótico y más que estimulante.

Mientras nuestros labios son uno sólo, la acaricio con gentileza mientras siento como se desborda mi corazón en un impresionante torrente… sin duda el amor que siento por mi Chloe.

- Creo que siempre estará todo bien entre nosotros –dije en voz baja mientras mis manos acarician su atractiva cintura, la miro fijamente.

- Vamos a nadar, me parece buena idea. Pero, ¿no te da pereza el que tengamos que movilizarnos a buscar trajes de baño? –pregunté mientras extiendo mis níveas alas y la cubro casi completamente.

- Eres la mujer más hermosa que habrá en éste planeta –dije en un susurro; no dejo de acariciarla, siento la brisa sobre mis alas. Mi Emperatriz…

Reí, sintiendo que el viento cesa cuando me cubre con sus majestuosas y blancas alas…

-A ti te da pereza… la verdad a mí también, pero a veces el usar la magia en banalidades como esta vale la pena no?- Al escucharlo finjo un desacuerdo

-Eso crees?. Pues para mí no hay ser mas apuesto que mi amado arcángel Belmont – Sonreí esta vez a plenitud acariciando su rostro…

Con un simple movimiento de muñeca mi complicado vestido desaparece y un lindo bikini givenchy negro y blanco cubren mi cuerpo, o mas bien parte de él…

-Dejaremos que la pereza nos termine de invadir este día-

Vuelvo a mover la mano haciendo que la ropa de Lyonel fuera reemplazada por un bañador que hacia juego.

-Mi amor…- Exclamo acercando mis labios a su mejilla, deje un pequeño beso en ella…-Y bien señor Belmont, ¿puede usted nadar sin problema con sus bellas alas? – Pregunté conteniendo la risa, nunca en mi vida le había hablado de usted.

El agua de la piscina quizás nos esperaba, y el sol poco a poco se posicionaba a mejor altura para otorgarnos un magnifico día, de eso estaba segura.

Nos acariciáramos cariñosamente, el agua se seguía escuchando y las doncellas al notar lo que pasaba se alejaban con prudencia… Al fin aprenden algo, seguro ya Margaret bahía hablado con las jóvenes.